Dr. Víctor Martínez: “Conectar con la naturaleza también es una forma de cuidar de nuestra salud”

Dr. Víctor Martínez, especialista en Microbiología y responsable del Club de Senderismo del ICOMV
El Dr. Víctor Martínez es un ejemplo de vocación médica inquebrantable y de evolución profesional constante. Licenciado en Medicina por la Universidad de Valencia en 1980, ha desarrollado una trayectoria diversa que abarca desde la atención geriátrica y la gestión sanitaria hasta la investigación microbiológica. A los 56 años decidió presentarse al examen MIR, y con 58 comenzó su residencia en Microbiología y Parasitología en el Hospital Clínico Universitario de Valencia, culminando una etapa que considera una de las más enriquecedoras de su vida. Ya jubilado, continúa
plenamente activo desde el Colegio de Médicos, donde lidera con entusiasmo la reactivación del Club de Senderismo, convencido de que la conexión con la naturaleza es también una forma de cuidar la salud.
¿Cómo ha sido su trayectoria como médico?
Decidí ser médico con solo 11 años, tras el nacimiento de mi hermano, una experiencia que me marcó profundamente. Comencé la carrera de Medicina a los 17 años y la terminé a los 22, en la Universidad de Valencia. Tras esto, también estudié enfermería. Desde entonces, mi trayectoria ha sido diversa: he trabajado en Obstetricia, Geriatría, gestión sanitaria y no he dejado nunca de formarme. Pero sin duda, el hito más transformador fue presentarme al MIR con 56 años y comenzar la residencia en Microbiología a los 58. Volver a formarme a esa edad fue una forma de reencontrarme con la Medicina con la misma ilusión de los comienzos.
¿Qué le aportó personalmente trabajar en su especialidad, la Microbiología y Parasitología? ¿Qué le fascinaba de ese campo?
La Microbiología me ofreció una nueva dimensión de la Medicina, en la que convergen el conocimiento clínico y la investigación. Inicié esta especialidad atraído por esa combinación, pero me enamoré de ella gracias a grandes referentes como los doctores Javier Buesa, Rafael Borrás, María Jesús Alcaraz y Rosa Ferreruela. Fueron maestros generosos y cercanos, que pusieron su experiencia a mi disposición. La Microbiología es un campo lleno de futuro: permite abordar desafíos como las resistencias antimicrobianas, los virus emergentes, el papel del microbioma en nuevas enfermedades, o incluso el impacto de los virus en los trasplantes. Es una especialidad que une profesionales de la Medicina, Farmacia y Biología, y que requiere una mentalidad abierta,
curiosa y profundamente científica.
¿Qué significa para usted seguir vinculado al Colegio de Médicos en esta etapa de su vida?
El Colegio es una institución fundamental. A veces, cuando estamos empezando, no alcanzamos a ver su importancia, pero con los años comprendemos su papel como garante de nuestra profesión. El Colegio defiende la Medicina en muchos frentes: deontología, calidad asistencial, lucha contra el intrusismo, y además sirve de plataforma para la actividad científica y social. Es también un espacio de encuentro entre generaciones de médicos. Un ejemplo maravilloso es la orquesta de jóvenes colegiados, cuya excelencia artística ha elevado el prestigio de la institución. Yo creo firmemente que más allá de la colegiación obligatoria, debemos implicarnos en el Colegio para fortalecer nuestra voz como colectivo y contribuir al futuro de la profesión.
¿Cómo se implicó en el Club de Senderismo? ¿Qué le llevó a querer liderarlo?
Tras jubilarme y volver a Valencia, acudí al Colegio con la intención de inscribirme en el grupo de senderismo, pero llevaba casi cuatro años sin funcionar. El Dr. Ibor me propuso reactivarla y acepté el reto. Convocamos una reunión con los colegiados interesados y, aunque la asistencia fue alta, solo el Dr. Mariano Barrés se ofreció a colaborar. Gracias a él, que no conocía antes y de quien hoy me honra su amistad, pudimos reactivar la actividad. Con el tiempo se sumaron los doctores Álex Cugat y Vicente Galán, y actualmente coordinamos un grupo con una media de 52 participantes por ruta. Todo el trabajo lo realizamos de forma altruista, y la respuesta de los colegiados ha sido tan positiva que seguimos con ilusión, planteando nuevas rutas y proyectos.
Como médico, ¿cómo ve la relación entre salud y actividad física al aire libre? ¿Cree que deberíamos ‘prescribir’ más naturaleza?
Absolutamente. El senderismo es una forma excelente de promover un estilo de vida saludable. Aporta beneficios físicos —es una actividad aeróbica que mejora la coordinación y el equilibrio—, pero también mentales y sociales. Se ha creado una gran fraternidad entre los colegiados que participan en las rutas, y eso tiene un valor inmenso. Además, el contacto con la naturaleza es terapéutico: nos conecta, nos equilibra y estimula nuestros sentidos. Estoy convencido de que deberíamos ‘prescribir’ más naturaleza, especialmente en una sociedad cada vez más sedentaria y urbanizada. Como médicos, tenemos la responsabilidad de promover esa conexión como parte integral del cuidado de la salud.
¿Cómo vivió su etapa profesional fuera de España?
Trabajé varios años en la zona del Pirineo, en un hospital transfronterizo muy especial, con una parte en territorio español y otra en Francia. Allí me encargaba de una planta de recuperación funcional, un modelo muy distinto al nuestro: en Francia, los pacientes no se van a casa a los pocos días de una operación o un infarto, sino que continúan ingresados hasta completar una rehabilitación integral. Fue una etapa muy gratificante tanto por lo profesional como por el entorno natural en el que pude seguir disfrutando de mi otra gran pasión, la montaña. La pandemia me alcanzó allí. Fui de los primeros en contagiarme y acabé ingresado. Desde el principio tuve claro que aquello no era una gripe más. El SARS-CoV-2 era nuevo, sí, pero los coronavirus ya los conocíamos. Mucha gente no entendía de qué se hablaba, y eso me preocupaba.
¿Considera que la pandemia de COVID-19 cambió la percepción pública sobre la Microbiología?
Y en efecto, la pandemia cambió radicalmente la percepción pública de la Microbiología. Hasta entonces, era una especialidad bastante desconocida, incluso dentro del propio ámbito médico. Con el COVID-19, todo el mundo empezó a hablar de PCR, de virus, de contagios… y se hizo evidente la necesidad de contar con expertos reales. Lo curioso fue que muchos de los que aparecían en los medios no eran microbiólogos. Pero aún así, la situación puso en valor nuestra labor y demostró lo imprescindible que es la Microbiología para afrontar crisis sanitarias complejas y futuras pandemias.