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El Colegio entrega ayudas a 23 colegiados cuyas clínicas fueron arrasadas por la DANA

 

La tragedia que la provincia de Valencia sufrió el pasado 29 de octubre y que afectó a miles de ciudadanos, no fue ajena a los médicos valencianos. Desde el primer instante, el Colegio de Médicos de Valencia se preocupó por los facultativos que se habían visto afectados por esta tragedia (3.600 residen en dichas zonas).

La Junta de Gobierno, reunida de forma extraordinaria, lanzó una batería de medidas por un valor superior a los 600.000 euros para todos ellos. Además de la exención del pago de dos cuotas colegiales, se elaboró un registro de todas las clínicas o consultas privadas, propiedad de colegiados, afectadas por la DANA, 23 en total, a las que se les ha dado una ayuda de 3.400 euros a cada una, para contribuir a su recuperación.

Hoy presentamos la historia de cuatro de estos médicos, con consultorios en Catarroja, Massanassa y Algemesí, que vieron cómo su vida dio un vuelco aquella tarde.

 

Dr. Rafael Martínez-Costa – Catarroja

El Dr. Martínez-Costa, oftalmólogo, tiene un consultorio en Catarroja. El 29 de octubre, el nivel del agua llegó a 120 cm de altura dentro de su consulta, y a los dos metros en el exterior a las 2 de la madrugada. Los daños que sufrió su consulta fueron terribles: aparataje, mobiliario, instalaciones eléctricas, suelos… “El Camí Reial parecía un río caudaloso, con vehículos flotando y colisionando entre ellos”, recuerda el doctor. “Lo peor han sido los daños en recuerdos de tres generaciones de médicos, justo cuando íbamos a cumplir los 100 años de dedicación a la Medicina”.

El Dr. Martínez-Costa estuvo aislado en la primera planta de su consulta, sin luz ni teléfono, sin agua ni comida, hasta las 16:00 horas del día 30 de octubre. Cuando por fin pudo abandonarla, recorrió 15 kilómetros a pie hasta su domicilio en Torrent. “Recuerdo barro, mucho barro; ciudadanos desorientados, y desolación”.

Durante el siguiente mes, sólo pudo acceder a pie a su clínica. Trabajó durante más de mes y medio sin descanso, hasta que por fin pudo volver a reabrir. “Puedo decir que he sido afortunado; lamento profundamente que otros compañeros aún no haya reanudado su actividad o que hayan decidido no continuar”, asegura. “El Colegio ha estado a la altura de las circunstancias, como siempre lo ha hecho”.

 

Dra. Ana Isabel Castelló – Massanassa

La doctora Ana Isabel Castelló también es oftalmóloga, y en el instante en que se desbordó el barranco aquel 29 de octubre, se encontraba pasando consulta en su clínica. “Pasé momentos de angustia, con el agua al cuello, y tuve que refugiarme en un portal, donde pasé la noche”. Una noche interminable, sin poder contactar con nadie, viendo cómo subía el agua. “Al día siguiente la situación era dantesca, propia de un escenario de guerra”, destaca. “Los coches apilados, las calles totalmente cubiertas de barro, y todos los portales destruidos”, señala la doctora. La familia perdió cuatro coches y la clínica. Y todavía hoy siguen sin poder utilizar ni el garaje ni el ascensor de su domicilio.

Tras la catástrofe, la doctora Castelló ha decidido no volver a levantar la persiana de su clínica. “Dada la gran inversión que supondría, y también por otras cuestiones personales, finalmente he decidido no reabrir”. La doctora valora “muy positivamente la ayuda del Colegio de Médicos, y agradezco su solidaridad a todos los compañeros que han colaborado para poder ayudarnos, así como a algunos compañeros oftalmólogos que se ofrecieron a donar material específico”.

 

Dr. Rafael Belenguer – Algemesí

El Dr. Rafael Belenguer es reumatólogo, y tiene un centro médico polivalente de Medicina y Podología en Algemesí. Se encontraba en su consulta cuando el agua llegó. “Entraron 30 centímetros de agua y lodo; tenemos la clínica 15 centímetros por encima del nivel de la acera y con azulejos en paredes exteriores e interiores, lo que evitó daños graves en la estructura; sin embargo, sí que afectó al mobiliario y a parte del equipo médico electrónico”. El doctor Belenguer se alegra de que en esos instantes no tuvieran pacientes en la clínica. “Cerramos inmediatamente las dos persianas de aluminio y las dos puertas, subimos ordenadores a las mesas y vaciamos los armarios inferiores, colocando todo lo que pudimos en alto; pasamos la noche en la clínica, en la camilla y los sillones de podología, rodeados de agua y fango”.

Durante la primera semana tras la catástrofe estuvieron sin luz ni teléfono. Pudieron abrir las persianas con un generador que les prestó un vecino. Necesitaron 2 meses para poder limpiar y arreglar la clínica. “Reabrimos el 15 de enero tras más de dos meses trabajando, y el arreglo y compra de diversos equipos, además de los dos vehículos que hemos perdido”, señala el doctor Belenguer.

“La ayuda solidaria del ICOMV ha paliado en parte las pérdidas no cubiertas por los seguros, pero sobre todo en un apoyo moral que se agradece; tras 40 años de colegiación, sabes que el Colegio siempre te apoya, y los compañeros piensan en ti, incluso en los peores momentos, que es cuando más se agradece”.

 

Dr. Antonio Olmos

El doctor Antonio Olmos, que ya vivó la riada de 1957 y la pantanada de Tous, tenía un consultorio de Medicina General y enfermedades de los niños en Catarroja. Su clínica fue invadida por el agua, llegando a los 120 centímetros y provocando un destrozo generalizado.

El día de la DANA no se encontraba en su consulta, a la que tardó seis días en poder acceder. “La puerta era de madera, y estaba completamente hinchada; cuando pudimos entrar, nos encontramos el barro, todos los muebles amontonados y destrozados, y los libros y el ordenador enterrados en el barro”, relata. “No tuvimos ni agua ni teléfono en dos días; todas las tiendas estaban destrozadas, y pudimos comer y beber gracias a la solidaridad de la gente, ya que vinieron grupos de voluntarios de otras poblaciones no afectadas”.

Tras los destrozos sufridos, el doctor Olmos ha decidido jubilarse y no reabrirá su clínica. “Mi hija perdió su óptica también en Catarroja, el agua llegó hasta los 3 metros de altura; así que mi antiguo local lo va a ocupar de forma provisional su negocio; nos ha costado mes y medio poder ponerlo de nuevo en marcha, con la invalorable ayuda de familiares, vecinos y voluntarios, que nunca olvidaremos”, asegura. “Toda ayuda es importante”, señala respecto a la aportación del Colegio de Médicos, “y sobre todo se valora más cuando no la esperabas”.